Además, el dolor lumbar y/o pélvico relacionado con el embarazo puede ocurrir debido a una disfunción de la sínfisis púbica, de las articulaciones sacroilíacas o articulaciones de cadera, por distensión hormonal de los ligamentos pélvicos o trastornos circulatorios periféricos.
El factor hormonal es debido al aumento de las hormonas relaxina y progesterona que provocan la hipermovilidad articular (necesaria para acomodar el feto en el desarrollo y facilitar el parto).
El otro factor importante se centra en el ámbito postural, debido al crecimiento del útero que provoca la distensión o separación de la musculatura abdominal.
Este sobreestiramiento acompañado del peso del bebe, produce un aumento de la curvatura lumbar, y si la musculatura que debe sujetar al bebe (el llamado transverso del abdomen) ha perdido eficacia aparece el abdomen en péndulo, observándose una caída del vientre por delante de la sínfisis del pubis.
A su vez, el suelo pélvico también puede debilitarse por la presión a la que se ve sometido, por las fluctuaciones hormonales, por la inestabilidad lumbo-pélvica y/o por la distensión de la musculatura abdominal, lo que produce que estos músculos vayan cediendo y lleguen al límite de su funcionalidad pudiéndose producir la incontinencia de esfuerzo.
Este conjunto de factores produce que el centro de gravedad del cuerpo varíe su posición hacía delante, haciendo que nos inclinemos hacia delante, aumentando así la curvatura lumbar además de no ser tan eficaz la activación de esa musculatura profunda que proporciona la estabilidad central.